Y en ese momento una pizca de silencio rompió con esa rutinaria soledad.
Esa maldita compañía que nos hace creer que estamos solos... pero la verdad, es que estamos muy acompañados, acompañados de un -algo- que nos hace ver las cosas al desnudo; nuestras pifias y bellezas encerradas en una sola habitación interrumpida por el silencio.
Silencio que se roba la música y da paso a los pensamientos.
Su mente se llenó de culpa, culpa que fue producida por el maldito encierro con soledad y en silencio. Que a gritos sordos nos obligan a pensar y a encerrarnos en nuestro mayor temor,
-nosotros mismos-
Esa maldita compañía que nos hace creer que estamos solos... pero la verdad, es que estamos muy acompañados, acompañados de un -algo- que nos hace ver las cosas al desnudo; nuestras pifias y bellezas encerradas en una sola habitación interrumpida por el silencio.
Silencio que se roba la música y da paso a los pensamientos.
Su mente se llenó de culpa, culpa que fue producida por el maldito encierro con soledad y en silencio. Que a gritos sordos nos obligan a pensar y a encerrarnos en nuestro mayor temor,
-nosotros mismos-